En América Latina y El Caribe existen alrededor de 200 millones de personas afrodescendientes, es decir un 30% de la población, que en pleno siglo XXI se enfrentan a formas múltiples de discriminación y racismo, sobre todo las mujeres.
Hablamos de migración y equidad de género
En América Latina y El Caribe existen alrededor de 200 millones de personas afrodescendientes, es decir un 30% de la población, que en pleno siglo XXI se enfrentan a formas múltiples de discriminación y racismo, sobre todo las mujeres.
La noción básica del Orgullo LGBTIQ consiste en que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, cualquiera sea su sexo, orientación sexual o identidad sexual.
L – Lesbiana: persona que se identifica como mujer y que se siente atraída (física o emocionalmente) por otras personas que también se identifican como mujeres.
G – Gay: persona que se identifica como hombre y que se siente atraído (física o emocionalmente) por otras personas que también se identifican como hombres.
T – Trans: este es uno de los términos más complejos, ya que engloba varias categorías. Los transgéneros son personas cuyas identidades de género son diferentes a la que se les asignó al nacer. El transexual es la persona transgénero que ya ha llevado a cabo la operación de cambio de sexo, mientras que el travestismo es un comportamiento mediante el cual una persona expresa con su vestimenta un rol de género contrario a su sexo biológico.
B – Bisexual: persona que se puede sentir atraída (física o emocionalmente) por personas que se identifican como mujeres o como hombres.
I – Intersexual: persona que presenta una discrepancia entre su género y sus genitales, por tanto, posee características masculinas y femeninas.
Q – Queer: este término incluye al resto de minorías que no se pueden incluir en las categorías anteriormente citadas.
La tortura destruye la personalidad de la víctima y desprecia la dignidad intrínseca de todo ser humano. A pesar de la prohibición absoluta de la tortura según el derecho internacional, la tortura persiste en todas las regiones del mundo. Las preocupaciones sobre la protección de la seguridad nacional y las fronteras se utilizan cada vez más para permitir la tortura u otras formas de trato cruel, degradante o inhumano. Sus consecuencias generalizadas a menudo van más allá del acto aislado sobre un individuo, ya que puede transmitirse de generación en generación y conducir a ciclos de violencia.
Cada nueva oleada de conflictos trae consigo una creciente marea de tragedias humanas, incluidas nuevos brotes del crimen más antiguo, más silenciado y menos condenado de la guerra: la violencia sexual. La violencia sexual relacionada con los conflictos, ya sea contra mujeres, niñas, hombres o niños, sigue utilizándose como táctica de guerra, tortura y terrorismo en medio de crisis políticas y de seguridad cada vez más profundas, agravadas por la militarización y la proliferación ilícita de armamento.
Las nuevas crisis se han multiplicado a medida que se agravaban los conflictos enquistados, lo que ha provocado la reducción del espacio cívico y el aumento de las represalias contra los defensores de los derechos humanos, los activistas y los periodistas.
El acoso sexual y la incitación al odio por motivos de género han aumentado en el espacio digital. A pesar de que el uso de las tecnologías de la información y la comunicación han contribuido al empoderamiento de mujeres y niñas y otros grupos en situación de vulnerabilidad, su uso ha permitido al mismo tiempo la propagación de la violencia.
En algunos contextos, las preocupantes tendencias de discurso de odio basado en el género y la incitación a la violencia alimentaron conflictos en los que la violación y otras formas de violencia sexual se utilizan para humillar y desestabilizar a determinadas comunidades. La apología del odio —también en Internet— se ha convertido en una de las formas más comunes de difundir una retórica divisoria a escala mundial.